Recientemente se realizó la tercera cuenta pública del Congreso
Nacional. Se trata de un acto de corta historia, pero de gran trascendencia
para el país, en el cual los presidentes de ambas cámaras informan los avances
en materia legislativa.
En esta ocasión, desde el Senado hicimos un recuento de los
principales proyectos de ley despachados y en trámite en la Cámara Alta entre
julio de 2016 y junio de 2017, período que en sus primeros ocho meses
corresponde a la presidencia del senador Ricardo Lagos Weber. Junto con
destacar la importancia de dichos proyectos de cara a las necesidades actuales
y futuras del país, revisamos los desafíos que tenemos por delante; también
pudimos reflexionar sobre el rol del Parlamento frente a la comunidad y nuestra
responsabilidad como representantes de los ciudadanos que nos eligieron.
En lo que se refiere a la tarea de legislar, tuvimos un año
intenso, durante el cual el Senado despachó 130 iniciativas legales; de ellas,
67 ya han sido publicadas y 63 se encuentran en trámite. Entre los proyectos convertidos
en ley, podemos mencionar la que permite a los institutos profesionales y
centros de formación técnica incorporarse a la gratuidad; la que dispone la
elección popular del órgano ejecutivo del gobierno regional; la que incentiva
la inclusión de personas con discapacidad al mundo laboral; la que aumenta las
sanciones a delitos contra menores y otras personas vulnerables, y muchas otras
que benefician a diversos sectores de la ciudadanía.
También tenemos trabajo pendiente para concretar
las reformas que el país necesita para seguir creciendo en un marco de mayores
oportunidades y menor desigualdad. Por ejemplo, en materia de descentralización,
debemos pasar del discurso a una acción decidida y llegar a un pronto consenso
para poder hacer realidad la elección de las autoridades regionales en un
futuro cercano. En educación, nos corresponde discutir la reforma a la
enseñanza superior con la mayor prolijidad, apertura y
disposición al diálogo, pensando en que los jóvenes puedan educarse en un marco
de calidad, equidad y acceso que les permita mirar el futuro como una condición
de bienestar y tranquilidad, no de marginación o de endeudamiento. Y en materia
de infancia, todavía debemos sacar adelante diversas iniciativas de protección
de la niñez.
Próximamente se abrirá, además, el
debate en torno a la normativa constitucional. En este aspecto, quiero insistir
en que la facultad constituyente está radicada en el Parlamento y que éste puede
delegar sus facultades y definir las formas concretas como se ejerza esa
delegación. No debemos obviar un debate tan crucial, aun cuando la decisión
sobre una nueva Carta Fundamental recaiga en el Congreso que será elegido en
noviembre próximo. Y en relación con lo anterior, tenemos que continuar el
análisis -que ya se inició en la comisión de Constitución- del proyecto que
busca que nuestro país transite hacia un sistema semipresidencial, con miras a
dar mayor flexibilidad, equilibrio y gobernanza al sistema político.
En nuestra tarea diaria, es
fundamental preocuparnos por la calidad de la legislación que despachemos. Podemos
disentir en las formas, y en eso consiste la democracia. Lo que no podemos
hacer es detenernos ni entramparnos en la discusión barata, en la del cálculo
electoral pequeño o la ganancia mezquina. Tampoco podemos caer en populismos
anacrónicos ni en promesas fáciles, para después olvidar los compromisos
adquiridos con quienes confiaron en nosotros.
También tenemos que dotar de la máxima
transparencia a la gestión del Congreso, para reconstruir la confianza de la
ciudadanía. El Senado ha dado importantes pasos en esa dirección, pero no
podemos relajarnos y tenemos que ser cada día más rigurosos y autoexigentes,
asumiendo que la función pública se ejerce las 24 horas del día y los 365 días
del año.
A la gente no le interesan nuestras
peleas, le interesan nuestras propuestas. Si tenemos esto claro, podremos
abocarnos a buscar las mejores fórmulas para eliminar esas odiosas e
injustificadas brechas que dañan la convivencia social e impiden transitar
hacia el desarrollo integral, lejos de la pobreza, la injusticia y la
intolerancia.
Por eso, reitero que la política no es
para aventureros ni ambiciosos, sino para quienes son capaces de renunciar al
beneficio personal en pos de construir, en conjunto con otros, un Chile para
todos. Debemos trabajar unidos para que el Congreso Nacional vuelva a ganarse
el corazón de los ciudadanos de este país y, así, cuidar esta democracia que
tanto dolor y esfuerzo nos costó recuperar.
Andrés Zaldívar, presidente del Senado
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