El Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, encabezó el lanzamiento de la Política Nacional de Cultura 2017-2022. “Cultura y desarrollo humano: derechos y territorio”, documento que define los lineamientos y orientaciones del quehacer del Estado en el campo cultural para los próximos cinco años.
“Las definiciones políticas y conceptuales que se han hecho y se continuarán haciendo durante este proceso, serán factores decisivos a la hora de apostar por un Estado capaz de garantizar la educación, la cultura y la creatividad como un derecho para todas las personas en Chile. La Política Nacional de Cultura emerge en medio de todas estas transformaciones, como reflejo de una evolución en la institucionalidad cultural, pero sobre todo, de un sector cultural y artístico, y más ampliamente, de una ciudadanía cultural que durante los últimos años ha ido manifestando la necesidad de ocupar un rol más activo en la creación e implementación de las políticas públicas”, dijo el Ministro Ottone.
Las palabras del Secretario de Estado finalizaron haciendo hincapié en la urgencia de incorporar las artes en cada aspecto de nuestras vidas: “Para construir un Chile culto, educado, feliz y reflexivo, es preciso actuar en el ahora, rompiendo la lógica limitada del ‘proveer servicios’, para enmarcarnos en un enfoque de derecho y territorios, de modo que sean las mismas personas quienes, mediante el ejercicio de sus derechos y desde sus territorios, se transformen en el principal agente de nuestro desarrollo cultural”.
Tal como fue su proceso de construcción, el acto encabezado por la autoridad de Cultura se desarrolló con un amplio despliegue que involucró a la ciudadanía en la intersección que une las calles Bandera y Huérfanos, en el centro de Santiago, y que contó con la puesta en escena de la compañía músico - teatral La Patogallina Saunmachín.
Territorios y participación ciudadana
Este documento destaca porque plantea nuevos énfasis y temas en los que las personas se encuentran al centro, pero también porque pone el foco en la descentralización y desconcentración del territorio, en el valor de cada una de las realidades y necesidades locales, en el empoderamiento de la ciudadanía cultural y la manera en que ésta tiene la oportunidad de involucrarse en su proceso de implementación.
El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ha coordinado el desarrollo de 24 políticas públicas en el ámbito de la cultura para el quinquenio 2017 – 2022, entre las que cuentan las quince políticas regionales que ya se encuentran publicadas, al igual que las ocho políticas sectoriales (Artesanía, Artes de la visualidad, Artes escénicas, Diseño, Arquitectura, Libro y lectura, Música y Audiovisual) y la Política Nacional de Cultura, todas disponibles en el sitio web http://www.cultura.gob.cl/ politicas-culturales. Esta última además se encuentra disponible para descargas en la Biblioteca Pública Digital http://www.bpdigital.cl/opac/? id=00036283#fichaResultados
La Política Nacional cuenta con diez orientaciones emanadas de un amplio proceso de participación ciudadana que comenzó en 2014 -contemplando la intervención de más de cinco mil personas en 90 encuentros- y que se desarrolló a la par de la creación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio para fijar, por lo menos hasta el año 2020, las definiciones que guiarán el quehacer del Estado en materia cultural:
·Cultura como pilar del desarrollo sostenible, resguardando los derechos culturales de las generaciones por venir, tanto a nivel local como nacional.
·Una creación libre y diversa, tanto individual como colectiva, socialmente valorada, respetando la propiedad intelectual y los derechos de autor.
·Un campo artístico-cultural fortalecido, estable y sostenible que respete los derechos laborales de los trabajadores de la cultura.
·Ciudadanías activas y con incidencia en la acción pública en cultura.
·Un tejido social cohesionado a través de la participación cultural de todas las personas, basado en el principio de no discriminación.
·La interculturalidad y la diversidad cultural como fuente de riqueza cultural para la sociedad en su conjunto.
·El patrimonio como un bien público y una construcción social, donde las comunidades colaboren con aquellos referentes significativos que les dan sentido e identidad.
·Memorias históricas y colectivas reconocidas, valoradas y (re)construidas en equilibrio con la institucionalidad y las comunidades.
·Una educación integral que considera a las artes, la cultura y el patrimonio como componentes fundamentales en el desarrollo de las personas y de la comunidad.
·Procesos innovadores y diversos de mediación cultural, artística y patrimonial, para una ciudadanía activa y en pleno conocimiento de sus derechos culturales.
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